Dificílmente habrá quien ubique la fantasía de E. Rice Burroughs Tarzán, rey de los monos como parte de la ciencia-ficción, de hecho la obra es una de esas fantasías inclasificables que sellan una temática y estilo narrativos propios del romanticismo urbano del siglo XIX, sin embargo hay excesiva familiaridad en la obra de Burroughs con la de sus contemporáneos Verne y Wells, así que no es tan arriesgado considerarlo dentro del origen moderno de la ciencia-ficción, especialmente ahora que Reinhard Klooss la resitúa claramente en el ámbito de las fantasías donde un evento de conocimiento transforma lo humano en este nuevo Tarzán alemán.
El antecedente más directo de esta cinta animada es el Tarzán de Disney (Chris Buck y Kevin Lima, 1999), y desde luego la serie de película con Johnny Weissmuller en los años 30, 40 y 50, con la versión disneyana tiene la familiaridad por la concepción común del personaje como un joven de aficiones posmodernas a los deportes extremos, denunciada en el desplazamiento por la selva a la manera de un deportista del parcour o del surfing, pero en el sentido dramático es menos cursi aunque no pierde sensiblería; con las películas de Weissmuller tiene todas las referencias al lugar común que sobre el personaje crearon sus diferentes realizadores (destaca sobre todo el diálogo clásico de Jane y el personaje: yo Tarzan tu Jane…).
La historia de Lord Greystoke tiene su mejor expresión (en cuanto adaptación fílmica de la novela) con la cinta de Hugh Hudson (1984), donde el autor encuentra el drama en la denuncia contra la crueldad hacia los animales y la ceguera del humanismo occidental (de estirpe anglosajona) con tendencias antropocentrista y racistas; Klooss va más lejos y confronta al humanismo con su ceguera ante las fuerzas de la naturaleza representadas por un meteorito extraterreno.
El planteamiento de la historia cojea de optimismo al situar la historia de Lord Greystoke en la posmodernidad que ha desbancado los privilegios nobiliarios en Inglaterra (al menos desde John Major), si bien aquí lo sitúa en la elite empresarial oportunista, pero refuerza el drama original del hijo abandonado en la selva al convertir su redescubrimiento (que debía ser rescate, según Burroughs)en confrontación de intereses testamentarios y así la culminación del rama es verosímil, aunque no deja de pecar en el happy ending.
Klooss y Jesica Postigo desde el principio sitúan la acción en el terreno de la ciencia-ficción, su primera secuencia estupendamente lograda por medio de la CGI, crea la llegada de un aerolito descomunal a el te3rritorio del África de hoy pero hace 70 millones de años (5 antes de Chicxulub), en una clara refere3ncia a la película Evolución (Ivan Reitman, 2001), este será el mineral que atraiga a Greystoke y provoque su muerte y el abandono del joven J. C.(John Charles) Greystoke, que en contacto con la naturaleza africana ya se ha nombrado a sí mismo Tarzán: mono sin pelo, según el niño.
Uno de los grandes misterios en torno a la figura del personaje Tarzán consiste en por qué si fue criado por los monos utiliza un pudibundo taparrabos, Postigo nos da la clave en esta versión: el niño es abandonado cuando ya conoce la civilización, el lenguaje y la moralidad (usa calzoncillos y pantalones) de ahí deriva el antinatural taparrabos igualmente esta justificación funciona para entender su adaptación a la sociedad de gorilas sin dejar de contemplarlo como seres diferentes y, en cierta medida, inferiores pero respetables.
La trama en torno al mineral del aerolito tiene tintes de magia que ya antes han sido tratados por el género en La mancha voraz (Cohn, 1958 y Russell, 1988) y en Monstruos de piedra (Sherwood, 1957) y es lo que esta vez resulta una significación mágica ligada al concepto de Gaya que vimos en Final Fantasy (Sakaguchi y Sakakibara, 2001), así la trama nos remite a los efectos transformadores del meteorito para entender la adaptación como rey de los monos del joven Greystoke, igual que el establecimiento de su relación con Jane Porter y de la misma forma nos abre la puerta a una continuación fílmica a través del padre de ella.
El género de aventuras según la concepción colonialista del siglo XIX derivó en estructuras narrativas como la ciencia-ficción, la novela policiaca y el western, pero su origen común era la búsqueda de nuevos horizontes humanos cuando la sociedad urbana devino en un destino casi absoluto, Tarzán es un buen ejemplo de escapismo ideológico y espiritual de los narradores que entraron al siglo XX, y esta cinta de Klooss va remitiéndonos a una revisión de la actualidad de los género y su destino audiovisual.
Tarzán. (Tarzan). D. Reinhard Klooss. ANIMACIÓN CGI. Con (voces): Kellan Lutz, Jaime Ray Newman, Robert Capron, Spencer Locke. Guión. R. Klooss y Jesica Postigo. GER/RUS. 2013.
